La historia de la Compañía de María, como la de cualquier institución que participe de la vida de los hombres, es compleja, rica, polifacética, como un mosaico en el que cada pieza, aparentemente inconexa, permite ya adivinar la realización callada y eficaz del único proyecto salvador de Dios..
El crecimiento del Instituto en un momento en el que cada casa conservaba su autonomía, sin la ayuda de un gobierno central, se hizo posible sólo por la vitalidad y las inquietudes apostólicas de las comunidades
Al llegar el siglo xx la Compañía pasa a una forma centralizada de gobierno. Un verdadero cambio estructural que, preparado durante el s.XIX , se hizo parcialmente realidad en 1921.
Dos convicciones llevaron adelante este proceso: la fidelidad a la intuición primera de Juana de Lestonnac que, adelantándose a los tiempos, había presentado en su primer proyecto el Generalato como forma de gobierno; y la necesidad fuertemente sentida, de afrontar desafíos históricos con una solidaridad más estrecha entre las casas de la Orden.
Los monasterios que no se unieron en 1921 permanecieron en una búsqueda común, dentro del mismo Instituto. En 1956 se hace la Unión definitiva y Pío XII la ratifica para todo el Instituto bajo el nombre oficial de Orden de la Compañía de María Nuestra Señora. El Generalato se había impuesto por la fuerza de los hechos. Era una respuesta necesaria a las urgencias de nuestro tiempo. También a lo largo de este siglo, como en el anterior, en la vida de la Compañía aparece una constante significativa : la dialéctica muerte vida como ley de crecimiento.
Las revoluciones amenazan en algunos países, con destruir para siempre lo que se ha logrado. Es el momento de la dispersión, del exilio, pero es también la ocasión de nuevas fundaciones:
- En Francia, las leyes que terminaron en la separación Iglesia-Estado en 1905, originaron las fundaciones en Holanda y Bélgica.
- La persecución de 1926 en México ocasionó la expansión a Cuba y a los Estados Unidos.
- La guerra civil española de 1936 dio origen a la fundación en Brasil.
Donde hay una situación de muerte, la comunidad apostólica resurge y se multiplica por la fuerza de un carisma siempre nuevo.
Y es el momento en que la Iglesia, reconociendo públicamente que esta mujer puede decir mucho a la mujer consagrada, a toda mujer, a los educadores cristianos, a todo hombre, en la voz de Pío XII la llama «santa» por primera vez. Era el 15 de mayo de 1949.
La Compañía, precisamente en las vísperas de la canonización de su Fundadora, en 1948, regala a la Iglesia su primer esfuerzo misionero: una respuesta a la llamada del pueblo africano. En el Congo Belga - hoy Zaíre - y después en Burundi, la Compañía
irá aprendiendo cómo evangelizar en un medio con enormes necesidades educativas y sanitarias. Y se irá haciendo africana, primero de corazón, luego de sangre y piel.
En África la Compañía experimenta, una vez más, los vínculos profundos existentes entre evangelización y promoción humana y trata de responder a los desafíos que no pueden esperar : el hambre, el analfabetismo, la salud, las condiciones de vida de la mujer.
En mayo de 1959 un nuevo impulso misionero se dirige esta vez hacia Japón. Un salto de continente y un salto en el vacío. A Tokyo, una ciudad con ciento cuarenta universidades, donde se mezcla lo tradicional y lo milenario con los últimos avances de la ingeniería y de la técnica, llega la Compañía para ofrecer lo que muy pocos buscan y apenas algunos intuyen : los valores cristianos, el sentido que da la fe a toda la vida humana.
Lenta, pacientemente, las misioneras españolas aprenden la lengua, establecen una relación educativa que evangeliza, y la Compañía adquiere mentalidad y mirada japonesa.
LA COMPAÑÍA DE MARÍA LLEGA A ANDALUCIA
La gran fuerza expansiva de la Comunidad de Tudela hizo posible la fundación de nueve Casas entre 1744 y 1899, llegando su influencia al Reino de Nueva España, México, en 1754. De este Casa de Tudela procede la de San Fernando, fundada en 1760, por los señores Arriaga-Arteaga que poseían la inquietud reformista, propia de la Ilustración y concebían la enseñanza como palanca renovadora de la sociedad.
La llegada a Cádiz de doce religiosas de Navarra con el proyecto de establecer una Casa de su Instituto en México, fue la ocasión para que la criolla mexicana, María Ignacia de Azlor, estableciera lazos de amistad con Manuel Arriaga y María Ana de Arteaga y esta amistad diera como resultado la fundación de la Orden en la Real Isla de León. Pusieron a disposición de la fundación todos los requisitos y bienes económicos necesarios. Arriaga murió el 30 de Diciembre de 1756 sin haber logrado ver establecida la obra educativa, pero su esposa, María Ana, fue capaz de terminar el proyecto. Así, el Rey Carlos III autorizó la fundación el 14 de Agosto de 1760 y, a partir de entonces, la principal actividad correspondió al Convento de Tudela que nombró a la fundadora, Madre Petronila Apeireque y a cinco religiosas más para dicha fundación. El día 21 de Noviembre de 1760, festividad de la Niña María, el Prelado de la Diócesis, Tomás del Valle, bendijo el edificio y declaró establecida canónicamente la clausura. El Convento- Colegio de Almería fue la segunda fundación de la Compañía de María en Andalucía (1885) con el Obispo Orberá y la Casa de Tudela como grandes protagonistas, hechos que ya tendremos ocasión de comprobar en la parte principal del contenido de este libro.
Tanto la Fe de las religiosas de San Fernando como su prestigio educativo les llevó a realizar dos fundaciones: Jerez de la Frontera (1889) y Sanlúcar de Barrameda (1895). Las primeras religiosas llegaron a Jerez el 12 de Junio de 1889: Mª Luisa López Martínez de Elizalde, como Superiora, otras tres religiosas, cuatro novicias y dos postulantes, acompañadas por el Obispo de Cádiz. El 1 de Septiembre se abrió el internado, el 15 el Colegio Externo y pocos días después la Escuela Gratuita.
En cuanto a Sanlúcar, hemos de decir que la fundación de este Convento-Colegio está estrechamente ligada a la influyente familia González-Hontoria y a la actividad pastoral del Arcipreste Francisco Rubio Contreras. Las hijas del Doctor González habían sido colegialas de San Fernando, donde recibieron una sólida instrucción, un gran aprecio por la cultura y un deseo vivo de compartirla con los demás, especialmente con los más pobres. Así, Manuela y Rosario, decidieron iniciar la edificación del Convento, eligiendo para ello una explanada de su finca de recreo "Huerta Grande". El 12 de Octubre de 1893 fue colocada la primera piedra y, dos años más tarde, el 12 de Octubre de 1895, tomaron posesión del Convento las fundadoras, seis religiosas y dos postulantes de San Fernando, acompañadas por el Obispo de Cádiz y otros eclesiásticos que fueron recibidos con grandes muestras de afecto por las autoridades y la población. El 19 se abrieron las clases del externado y mediapensión. El número de alumnas fue aumentando y la Comunidad se vio reforzada por otras cuatro religiosas procedentes de Vergara. Esta obra educativa se ampliaría con una nueva sección: el Orfanato, dispuesto por Rosario González Hontoria en su testamento de 8 de Septiembre de 1902.
La Casa de Tudela, siempre abierta a la expansión de la Orden, había recibido la propuesta de fundar en Santa Fe de Granada, mientras se estaba tramitando la de Logroño. Aceptada la invitación por la Superiora, M. Inés Rivas, el 6 de Agosto de 1888 tuvo lugar la bendición de la primera piedra. Las obras comenzaron a buen ritmo e incluso de chicas de Santa Fe ingresaron en el noviciado de la Compañía de Tudela. Sin embargo, un año después, la Comunidad de Tudela desiste de la fundación porque el Convento-Colegio que se disponía a inaugurar en Logroño, le suponía un alto coste económico. Ante esta dificultad, la M. Inés Rivas propuso a Leocadia Nogueras, madre de una de las novicias y promotora de la fundación, dirigirse a la Casa de Zaragoza a la que Tudela cedió generosamente los derechos de la fundación. La Superiora de Zaragoza, M. Valentina Ibiricu, acogió con entusiasmo la idea y ella misma se trasladó a Santa Fe para seguir de cerca las obras. El 24 de Agosto de 1890, las doce fundadoras, diez religiosas y dos novicias, acompañadas por las Madres Ibiricu e Hilaria Ariño, y algunos eclesiásticos, se dirigieron a Santa Fe donde fueron recibidas con gran entusiasmo. El 15 de Septiembre se inauguró el curso en la mediapensión y en el Colegio externo.
La histórica ciudad de Santa Fe se preparaba para recibir a los Reyes, con ocasión de celebrar el IV Centenario del descubrimiento de América y, por esta circunstancia, figuró en el programa de actos la inauguración del Colegio de la Enseñanza. La Historia de la Casa señala que, por enfermedad del Rey, la Reina no pudo llegar, pero el 10 de Enero de 1893, "S.M. la Reina Regente expidió una Real Orden concediendo al Colegio el título de Real".
La villa de Puente Genil experimentó en los primeros años del Siglo XX un crecimiento demográfico notable, seguido de un resurgimiento económico y cultural considerable. Así, los vecinos, encabezados por el Alcalde, solicitaron a la M. Valentina Ibiricu, fundadora y superiora de Santa Fe, el establecimiento de un Convento de la Enseñanza para la educación de las niñas. Fue el 22 de Julio de 1903 cuando tres religiosas de Santa Fe (Angeles García, Dolores Moliner y Teresa Cáceres) realizaron un viajes de exploración e informaron a sus superioras de la necesidad del Colegio para la educación de las jóvenes, aunque decían también que la ayuda económica que se podía esperar de las autoridades y vecinos era escasa e insegura. No obstante, salieron varias religiosas de la Comunidad de Santa Fe, el 1 de Septiembre de 1904, acompañadas de M. Valentina Ibiricu y el 12 de Octubre se inauguraron las clases.
Por otra parte, la primera fundación de la Compañía de María en Granada fue hecha por la M. Valentina Ibiricu, en Mayo de 1905. La Casa, situada en la calle del Buen Suceso, fue clausurada en 1906. Una segunda fundación o restauración fue llevada a cabo por la Casa de Torredonjimeno en 1914. La Superiora, Aurora Sáenz, ante las dificultades que experimentaba la Casa de Torredonjimeno, buscó como salida de emergencia volver a establecerse en Granada. El Arzobispo de Granada, en el Decreto de autorización expresa su satisfacción de que se establezca nuevamente un Colegio de la Compañía en la ciudad. La M. Aurora Sáenz llegó a Granada el 28 de Mayo de 1914 con seis religiosas y, gracias al apoyo del Arzobispo y de los Jesuitas, pudo consolidar la Obra educativa. El 25 de Marzo de 1920, la Comunidad y la Obra pudieron trasladarse al nuevo edificio de la Avenida del Sur.
En cuanto al Colegio de Sevilla, éste se fundó en 1955, instalado en un chalet. Después de muchas dificultades se inauguró el actual edificio, el 30 de Septiembre de 1960, situado en la calle Colombia.